domingo, 24 de enero de 2010

DULCINEA DEL DOLOROSO cap 47


Siguiendo la ruta del sol, estos caballeros aparecieron por tierras de Plasencia, caminando sin descanso, salvaguardándose de la lluvia en refugios, bajo puentes y demás apeaderos.

-De vuestra la sin par, inigualable y de resplandeciente señora Dulcinea, no habláis casi nada, por no decir nada, mi honorable señor.

-Parece ser, Sancho, que a vuestra querida y humilde señora Teresa no la pronunciáis, salvo cuando os toca comer pan duro, acordándonos en esos precisos momentos de sus abundantes y apetitosos pucheros.

-¡Ay! no me lo de recuerde que me hace pensarme, lo desta empresa, de arreglar los mundos tuertos. Que si con un ojo sano se vea mucha podredumbre, con los dos sanos estos se multipliquen.

-Si no me falla la memoria Sancho, de aquellos primeros deberes que os encargué, de que llevarais una carta a la venerable Dulcinea, mientras yo hacia penitencia.

-Y, que de preciosa que es mi señor, cuando la vi que, de tal palo le salen astillas.

-Sancho, más que bella posee el aguardiente del amor, tanto es así que, si fallara su ausencia en la madre tierra, yo, de este mi pecho arrancaría este corazón, abriéndolo como una naranja y, en el último de los suspiros, bebería su recuerdo, en la despedida de los más exquisitos paladares de un recuerdo beso.

-Mi señor, visto así, hasta las trancas como los amantes de Teruel y Salamancas.

Mientras tanto, Rocinante y su compañero rucio caminaban impasibles con la tranquilidad que dan conversaciones tan relajadas. Aguantándose la risa maría luisas como el lindo perro pulgoso. Fueron adelantados por un lujoso coche, el cual en su trasero parachoques llevaba varias hileras de vacías latas. Unos recién casados con direcciones a las lunas de miel.

-Y, de hablando de roma por la puerta asoman mi señor, un par de tortolitos equipados y bien de namoraos.

-Sancho, el amor tiene muchos trajes, ese quizás sea el de los domingos pero, los verdaderos quereres se manifiestan con el traje de los lunes a viernes.

-¡Claro! Es que de entre fines y fines de semana lo de en medio como los bizcochos está lo más sabroso.

Unos pocos kilómetros más recorridos, decidieron apearse, observando como un taxi recogía a la recién casada y su novio de rodillas le suplicaba que tal acción al cabo no llevara. Sin éxito por parte del desgraciado amante, ella parte en el taxi bien segura de la decisión tomada al instante. Tales hechos no pasan desapercibidos a los intrépidos D.Quijote y Sancho Panza, acercándose al desdichado amante, preocupándose por los nuevos acontecimientos que invitan a la sorpresa.

-¡Buen joven y enamorado! ¿Qué os ha pasado que de loco enamorado, en un instante habéis pasado a enamorado desgraciado?

-Snif, snif, ¡¡¡¡¡¡buuuuaaaa!!!!!

-Mi señor, de me parece a mi que deste namorao, tomando el postre de los dulces se le haya atragantado.

De nuevo D.Quijote insiste en la pregunta.

-¡¡¡Es que solo sabéis llorar como niños!!!

-Snif, snif………todo iba también,….hasta que le he dicho, que lo he perdido todo, lo invertido todo en acciones Sofico.

-Bien, pues yo os digo, sea por el amor que, de él fluya la verdad, una que produce dolor y de la otra se libere de un lastre como al preso encadenado. Y, dad gracias a vuestra desdicha, siendo esta quien os revela la verdad de la que hubiere sido vuestra amante.

-Snif, snif, snif, ¡¡¡¡¡¡buuuaaaaa!!!!! ¡¡¡¡booouuuaaa!!!!!

-Mi señor, mucho de me temo que, a este amante su ya alejada novia de las lunas y sus días con todas sus mieles, se le adelantaron, arrancándole de su pecho con una puñalada trapera toda una repleta cartera. No quedándole ni una gota de zumo de naranja en su corazón y rompa a rabiar con los llantos.

-Sancho, el amor tiene sus reglas que no obedece al azahar ni a casa de empeños.


viernes, 15 de enero de 2010

CENTAUROS DUROS DE ROER cap 46





Caminando por la llanura de castilla la mancha, toda blanca por causas de las nieves, cogieron el primer camino o carretera que siempre lleva a algún lugar.

-Mi señor, que de blanco está el campo llano, que de todo silencioso, como los niños de blanco en su primera comunión, esperando su chocolate caliente a la salida de la iglesia.

-Sancho, ese blanco sin duda que, es el alma de la naturaleza, blanca como ella misma descansa en el remanso de la tierra, para luego más tarde elevarse a los altares de los cielos, habiendo echo comuniones con los océanos y sus mares.

-Y, ¿De los silencios?

-Si la música da flotabilidad a nuestra mente, haciendo elevación de nuestro pesado cuerpo, sea esos mismos sonoros los que desgastan, rompen y evaporan las nieves. Sea esa la causa de todos los silencios en estos precisos momentos.

-Le recuerdo mi señor que son pocas las provisiones en alimentos y abrigo que llevamos en el serón de mi rucio. .

-Yo te recuerdo a ti también Sancho, que en otros viajes hicisteis cursillos acelerados, nunca olvidéis que la providencia siempre tiende su mano en las desgracias y escaseces.

-Si que de lo recuerdo, que la elegancia no ocupa de lugar pero, mejor estaría con un armario bien repleto de despensa y sus complementos.

Siguiendo por una carretera recta y llana, tuvieron un particular encuentro. Una señora apeada con su coche en el arcén, estaba siendo ayudada por una patrulla de la guardia civil, poniendo las cadenas a las ruedas del coche por causa del hielo y nieves. D.Quijote y Sancho pasaban de largo por el lugar, pero uno de los agentes de tráfico añadía argumentos a las habilidades de poner cadenas a unas ruedas.

-¡Mira que bien! ¡Esos para caminar no necesitan cadenas!

D.Quijote que les oye, da un fuerte tirón a Rocinante, dando media vuelta y dirigiéndose a los auxiliadores de carreteras.

-¡La paz sea con ustedes! ¡Las cadenas que se han inventado para caminar, restan vuelo al libre pensamiento!

-¡Queeeeeeeee dice usted!

-Perdonen señores de gendarmes, lo que mi señor quiere de decir es que, teniendo una cabra encadenada en un sembrado de los campos, su estomago de esta cabra se mide por el radio de su cadena y que de sus hambres en matemáticas sean calculables.

-¿Hacia donde se dirigen ustedes?

-A resolver las injusticias, a equilibrar los altibajos como estas llanuras que se funden en el horizonte con el cielo, que no haya un resquicio de luz donde el sol tenga un ojo vago, brille la armoniosa alegría y el contento en el universal mundo, hoy tan afligido.

-Mi teniente, parecen las estatuas que han recobrado vida, unos kilómetros más abajo. La de D.Quijote y Sancho Panza.

-Si, dos actores que han cogido un mal día para hacer unos ensayos.

La señora, fiel seguidora de radio onda cero que, escuchaba a Carlos Herrera, apaga la radio, baja aún más la ventanilla de su coche socorrido, prestando su mejor oído.

-Bien, sigan su camino y en la próxima intersección comarcal, salgan de la carretera principal, ustedes podrían provocar un accidente.

Y, así, lo hicieron caballero y escudero.

-Mi teniente, ¿Qué decía de atarle la cadena a la cabra?

-No se, si, creo, estando bien sujeta la cabra con la cadena esta tragaría sin desgana.

La señora que rozaba los 65 años.

-¡Oigan señores agentes! ¡Que aquí no se ven pastores ni cabras ni cabrones! ¡Si quieren auxiliarme, las cadenas son para las ruedas! ¡Y, si no márchense con viento fresco que, por el móvil llamo a mi hermano Lucrecio.

No tocaba otra más que tranquilizar la situación, máximo teniendo en cuenta la competencia en futuros ascensos.

Lejos de allí, por otro camino rural y nevado, nuestro hidalgo y escudero se toparon con un rebaño de cabras negras y pardas. Con sus pezuñas estas cabras escarbaban en la nieve descubriendo escasos pastos y retoños verdes.

-Poca fe de tienen estas cabras que, no esperan que los hielos y las nieves evaporen estos campos, para morder sus escasos pastizales.

-Sancho, la dicha de la vida no está en quedarse quieto.

-Si, si, de igual que las cabras hay que tirar al monte.

мι ℓιѕтα ∂є вℓσgѕ