El reloj entona los tiempos y, las estancias en los senderos madurando cada cual su fruto, que de este fluyen los pasatiempos adornando a este par de caminantes con su rumbo a alguna parte. Pero el comportamiento de D.Quijote, empieza a resultarle extraño a Sancho, que atravesando el puerto de piqueras con dirección sur y camino de pinares, observa, que la postura de D.Quijote sobre Rocinante ya no es tan erguida y desafiante.
-Mi señor, ¿tenéis alguna dolencia que vuestros humores sean de mirar fijos a la tierra? ¿Acaso os resulta penoso el juego de las hormigas donde ponéis vuestra mirada fija?
-Sancho, os seguiré llamando así, y, tengo que deciros que volvemos a la tierra que nos vio nacer, que vuestra fidelidad y humildad en este tiempo yo, como loco os había prometido, ser gobernador de una ínsula, ahora que me creo cuerdo sois merecedores de de gobernar todo un reino (frases cogidas con permiso de Cervantes). Tengo que deciros y os seguiré llamando Sancho que, desde un principio me negué a tomar fármacos, debido a mis depresiones y mi esquizofrenia, tanto que decidí arreglar los entuertos del mundo entero y, es de locos, dos locos arreglar lo que duele a muchos y encontrar a la sin par Dulcinea. Tenemos que volver a nuestra tierra y, antes pasarnos por la tienda de souvenir y antigüedades de Toledo para devolverle esta magullada armadura, hasta pagársela entera por los sacrificios en los caminos, luego tenemos que devolver estos bondadosos equinos a aquella casa de alquiler, que con buen porvenir alarguemos sus paseos por toda clase de senderos. Como os iba diciendo, me negué a tomar fármacos, en otras palabras, si entendemos la enfermedad mental como una merma de la autonomía individual, todo aquello que ayude a fomentar esa autonomía actuará contra la enfermedad. Pero, ¿Qué tipo de autonomía puede conseguirse con un puñado de de cajas de medicamentos y una pensión (dado el caso de que fuera concebida) que en ocasiones no llega a los 400 euros? Y aquí se desvela el gran problema de las familias, que frecuentemente tienen que hacerse cargo del mantenimiento del psiquiatrizado. Si se cronifica una situación mediante la ingesta sistemática de psicofármacos, sin ningún tipo de intervención real y efectiva en los problemas que viven los pacientes, si se les niega un subsidio que realmente les garantice la subsistencia…¿Cómo tirar para adelante? Los psiquiátricos fueron cambiados por la química de los medicamentos, pero el problema nunca fue afrontado de raíz. ¿Por qué? Simplemente por que ese al que llaman “enfermo mental” no significa absolutamente nada para el sistema. El fallo es estructural, en un mundo que se rige exclusivamente por los criterios de la economía, el desviado, el loco, no pasara nunca de ser un error, un elemento que debe situarse al margen de la comunidad y el mercado. El único interés que realmente podemos suscitar los psiquiatrizados es el que despierta nuestra capacidad para engullir fármacos. Por lo general no solemos ser buenos trabajadores ni grandes consumidores, y somos lo suficientemente pocos como para que nuestra capacidad de voto que mayoritariamente, y con mejor criterio que la sociedad “sana” no solemos ejercer, valga algo.
-Yo también os seguiré llamando D.Quijote, y también tengo que contaros la causa de compartir con vos estas aventuras.
-Perdona Sancho, tengo que seguir el hilo de la madeja para no perderme y me coja el toro minotauro como hizo Teseo en la antigua Grecia……. como os iba diciendo, sabemos que estas afirmaciones son desoladoras, pero al menos son honestas y sinceras, la situación de los sujetos diagnosticados con enfermedad mental en el seno de una sociedad en la que todo se organiza alrededor del dinero siempre será penosa. Y en el caso de que se decida arañar al Estado algún tipo de reforma y ayuda, si lo que se busca es el beneficio del paciente y la mejora de sus condiciones de vida , nunca se debe pasar por pedir a un juez que la policía le obligue a tomar pastillas por la fuerza. Parece mentira que una perogrullada de tal calibre se nos ocurra a nosotros, pobres desviados de la norma y tarados mentales, antes que a toda esa gente inteligentísima y bondadosa que dice velar por nuestros intereses. Ahora bien, la gente que aún no ha perdido el velo de la ingenuidad y que todavía cree que este es “el mejor de los mundos posibles” preguntará: ¿Cómo puede una sociedad que se proclama a viva voz democrática y garante de libertades, permitir la anestesia química y el abandono de quienes sufren mentalmente? Muy sencillo: buscando una coartada, asumiendo como propia una teoría que la exculpe de manera definitiva de todos sus errores y males. Si quien sufre no lo hace porque este mundo en inhabitable, sino porque tiene un desajuste bioquímico y se descubre alguna sustancia para subsanarlo, el problema habrá quedado prácticamente resuelto. Si además disponemos de “algo” en nuestros genes que nos empuja hacia la depresión o el delirio, la culpa recaerá en la naturaleza y no en una sociedad que ha hecho de la existencia un tiempo muerto en el que los hombres y las mujeres no deciden prácticamente nada sobre sus condiciones de existencia. En términos pedantes, esta teoría se llama biologicismo, y en el campo de la psiquiatría, que es el que nos ocupa, psiquiatría biologicista, y viene ha decir que lo que les pasa a nuestras escacharradas cabezas nunca tiene nada que ver con nuestra infancia, nuestras relaciones, nuestros miedos, nuestros asquerosos trabajos o nuestras casas de mierda. Se trata pues de una lotería… en el caso de la esquizofrenia, ese maldito 1%. Tu enfermedad, tu dolor, se debe de manera exclusiva a una cuestión de probabilidad; ser uno entre cien. Y, ahora Sancho bien nos vendrá tomar un trago, parando en esa fuente que llaman Rotaria, que me he quedado seco el gaznate.
-Bien vendrá para que beban nuestros animales y, poder contarte este que decidió llamarse Sancho, el motivo de compartir estas aventuras y que no me arrepiento. Verás, como bien sabes tengo una familia, y un día notándome un bulto en el pecho fui al medico, el diagnostico final fue cáncer de mama, muy extendido y con escasas esperanzas de cura por lo avanzado y lo desgarrador que resulta este tipo de cáncer en los hombres, aún recuerdo como esperando mi cita en admisión, una enfermera sin mirarme a la cara, me preguntó cuando tuve por última vez la regla. Calculado el tiempo que me quedaba en esta tierra, decidí conocer parte de España, hasta de arreglar entuertos con usted, con permiso de la familia, de tal forma que me sentí ser el personaje de Sancho y yo a usted lo he visto como al mismísimo Don Quijote de
-Me parece haberte visto en televisión contando tu caso Sancho.
-Así es Maestro, fue una forma de saludar a todas las personas conocidas y enviarles un fuerte abrazo.
Y, así, el resto del camino que les llevaba a sus estancias, sobre el cielo, en la despedida del sol, algunas nubes salteadas, una de ellas sonreía, era la viva imagen de Miguel de Cervantes, fundiéndose esta imagen en el horizonte junto con D.Quijote, Sancho, Rocinante y Asno.