Por el arte de ninguna magia, estos dos aventureros, habiendo cumplido los suplicios que paren las leyes, fueron embarcados en el primer tren de mercancías que salia de los madriles, concretamente en el camarote de cuadras que le sirve a Rocinante y su compañero asno, adheridos a sus pesebres como dos percebes Quijote y Sancho, camino de las Andalucias, pasando primero por despeñaperros.
-¡Sancho! vengo observado a este carruaje como se cimbrea, las ventanillas rejadas, paso de campos, arboledas, van muy de paso como tan veloz de el tiran unos veloces caballos.
-Y, ¿ donde vamos tan de veloces, por desconocidos andurriales?.
-Y, ¿ donde vamos tan de veloces, por desconocidos andurriales?.
-De eso, de sobra sabéis que no es motivo de preocupación, todos los caminos se nos prestan para arreglo de todas las injusticias, del buen hacer de los caballeros.
-Mire mi señor, parece que este carruaje ahora camina mas de despacio, el camino parece curvo, se divisan alta montaña y, pinares, hasta se oye una dulzaina a reventar.
-Es extraño, mi fiel escudero, estos parajes, son parecidos a los, leídos en batallas de moros y cristianos, donde a los perros fueron despeñados.
Pero una grata y sorprendente e inesperada cirugía hecha a la cartografía de este puerto que comunica a andaluces y castellanos, llevará al máximo éxtasis a estos dos valientes aventureros. Los túneles son necesarios.
-Pronto, llegaremos a una posada Sancho, no hay caballos ni yeguas que aguanten tanto trote sin descanso, aprovecharemos para tomar un buen caldo.
-Que razón tenéis mi señor, como algunas veces me de sabéis tranquilizar.
¡¡¡¡AAAAAAAAAHHHH,,,,DIOOOOOS, APIADATEEE, SE NOS TRAGAAA LA TIERRRA SANCHOOOOOO!!!!!!!... -¡¡¡¡QUE MAL HEMOS ECHOOOO MII SEEEÑOOOOOR!!!...
La respiración de estos aventureros y corazón, si serian motores de explosión, no habría presupuesto para bielas, pistón, culata y camisón. Menos mal que en otras aventuras, habían hecho precalentamiento.
-¡Agua Sancho!.
-¡Agua mi Señor!.
Veinte minutos mirándose fijamente, el uno al otro, buscando una respuesta ambos que les satisfaga.
-¡¿Que pasa con el agua, nos la robaron las entrañas de la tierra?!.
-No lo sé mi señor, quizás algún diablillo bueno de tenia un poco de sed y cogió de prestado el carruaje para coger alguna cantimplora, por que algunas veces de dicen que los rayos del sol tienen de uva, y no salen a superficie, prefieren sacar una mano y meter pa dentro pa ser vise.
-No puedo negar la impronta, el miedo que me es libre, pero por lo sorpresivo, sin el aviso, sin una señal que me prevea una posible puerta a la razón de una salida........pero,
¡Sancho seguimos vivos y eso es lo que vale!.
Media hora mas tarde, este tren de mercancías, paraba en la Estación de Linares Baeza, el jefe de estación, más aburrido y dando vueltas. Porque el ave construido pasa de largo, de Puerto Llano a Córdoba y, esta estación habia caido en desgracia. Cuando se descargaba tan rica y prometedora mercancía, muy a la vista.
-¿De donde vienen ustedes, caballeros?,¡anda!, ¡si vienen con caballo y burro de carga!.
-Perdone usted y mil molestias, pues de seguro que no es casualidad la de poner pie en estas tierras, la necesidad de solventar las desavenencias e injusticias repartidas.
-A bote pronto me habían parecido ustedes rumanos y por la indumentaria, ganado, casi gitanos en busca de un tajo, para la campaña de la aceituna que ahora empieza.
-¡Habéis dicho campaña!, veis Sancho, como los caminos no se hacen por casualidad, son como el cauce sabio de los ríos dibujados en los valles.
-Lleváis una vara muy rara, para derribar las aceitunas en esta nueva campaña y ese traje de chapa, será para vibrar las ramas, jajaaajaa...
-¿De que os reís señor del banderín?, sepáis, que en este largo andar, he combatido con los gigantes y sus molinos, libertado encarcelados.....y.
-Mi señor, mejor será de preguntadle por donde se va a esa campaña, de poned de tierra por medio, antes que salgamos por los cerros de Úbeda.
-Miren ustedes, hablando de Úbeda, allí tienen buena campaña, crucen el río Guadalimar por el puente y a la izquierda cojan el camino que les llevará.
Haciéndoles caso, siguieron el itinerario marcado por este ferroviario jefe, que ya había visto de todo. Quijote y Sancho siguiendo el camino, observarón que todo el trayecto estaba cubierto por olivos.
-Mi señor des tos olivos están sujetas las aceitunas, negrillas como ellas mesmas.
-Sssssssssssiuff,,,callad, callad, no valla ha ser que las despertéis y nosotros al igual que el cigarrón y gorrioncillo caído de su nido, un batallón de mil hormigas hacen un festín, nosotros les sirvamos para un buen cocido.
Dos horas mas tarde, a la izquierda del camino divisarón un pueblo bello como el mismo, en una ladera, sobre el pueblo sobresalia un castillo. Canena, es su nombre y estos caminantes, se apearon para apreciarlo y tomar un tentempié.
-!Mirad Sancho! que hermosura de castillo, se cuenta que una hermosa dama en su torre principal, con su trenzado de pelo negro largo, a la luz de la luna, testigo de los amores ciegos, dejaba dicha dama, llamada Aurelia, caer su largo trenzado, para que su buen amante a través del, se subiría a descubrir lo que le prometerían los cielos.
-Que de preciosidad cuenta mi señor, ¡mire mi señor allí dan comida, en ese "Mesón Pepa".
Después de unos sabrosos, torreznillos, costillas adobadas, choricillo y un buen vino tinto. Como su dueña, de buen corazón y ved los en tales estado, les invitó a dicho almuerzo y, se presentaron a seguir su camino, dándoles las gracias y, a todos los demás vecinos. Al día siguiente después de haber pasado la noche en el albergue ubedense, compartido por marroquíes y senegaleses, Quijote esa noche no pego ojo.
-Mi señor, tengo entendido que debemos reunirnos en dicha plaza, para que nos digan, nos orienten, para empezar esta campaña de la aceituna.
-Sancho, no he dormido nada, he compartido tus ronquidos con los de los negritos, marroquines y no encuentro las diferencias en el sonido, son tan humanos que se prestan juntos en esta batalla de campañas de las aceitunas.
Uno de aquellos encargados de una finca, recogió a una cuadrilla de estos emigrantes y tambien a estos dos fieles compañeros, supuso que al delgado viéndolo con su vara (lanza) y caballo arrugado mas burro de carga, bien le servirían en conjunto para transporte de aceitunas en bancales de montaña, presumiendoles bastante dominio en ese arte. Dispuestas las cuadrillas, cada mochuelo en su olivo, la aceitunas cogidas con una sola mano pican, los vareadores colocados por pareja en cada olivo. Al cabo de dos horas, esta pareja de aventureros aún estaban por el primer olivo, cuando los demás hacían su numero 20.
-Mi señor, esta batalla la venceremos, estoy dándole de palos a estas aceitunas al vacío y al siniestro, que por intenciones no se me quedan.
-Sancho, te aseguro que esta batalla, me es de las mas raras, embisto a cada aceituna, una por una con la punta de mi lanza, como duelo se hacen de ser, dignos caballeros y de alguna de ellas hasta veinte pinchazos, hasta que cae rendida en estos agradecidos mantos, por su resistencia tienen que tener sangre de oro, ricos alimentos tienen estos reinos de las aceitunas, que se defienden con gallardía mas el brillo de su piel uniformada que, como los calamares derramando tinta para no ser apresadas.
-Mi señor, se os va la fuerza por la boca, que yo le doy duro, que al garrotín, que al garrotán.
-¡¡PEEEEROOO!! ¡¿QUEE HAACEEEIS?!
-Usted sin duda es el mariscal de campo, en esta guerra, por los gritos lo describo.
-¡Y, una miércoles a la sombra!, ¡Es que no se han dao cuenta que me han dejao solo los troncos del olivo, rotas todas las ramas!!.
-Señor mariscal de los campos, es que de con todas las intenciones, le hemos dao de duro por que se resistieron con todas la fuerzas agarradas.
-¡Anden, cojan su reata y marchense por donde vinieron, los hay cada unos, trabajaran el alambre solo cuando tienen hambre!!.
-Vallamonos de aquí pronto, Sancho, el mundo lleno está de desagradecidos, busquemos el valle del guadalquivir, que historias aun nos quedan por vivir.
-Eso,eso mi señor, y que forma de vivir...