Siguiendo la ruta del sol, estos caballeros aparecieron por tierras de Plasencia, caminando sin descanso, salvaguardándose de la lluvia en refugios, bajo puentes y demás apeaderos.
-De vuestra la sin par, inigualable y de resplandeciente señora Dulcinea, no habláis casi nada, por no decir nada, mi honorable señor.
-Parece ser, Sancho, que a vuestra querida y humilde señora Teresa no la pronunciáis, salvo cuando os toca comer pan duro, acordándonos en esos precisos momentos de sus abundantes y apetitosos pucheros.
-¡Ay! no me lo de recuerde que me hace pensarme, lo desta empresa, de arreglar los mundos tuertos. Que si con un ojo sano se vea mucha podredumbre, con los dos sanos estos se multipliquen.
-Si no me falla la memoria Sancho, de aquellos primeros deberes que os encargué, de que llevarais una carta a la venerable Dulcinea, mientras yo hacia penitencia.
-Y, que de preciosa que es mi señor, cuando la vi que, de tal palo le salen astillas.
-Sancho, más que bella posee el aguardiente del amor, tanto es así que, si fallara su ausencia en la madre tierra, yo, de este mi pecho arrancaría este corazón, abriéndolo como una naranja y, en el último de los suspiros, bebería su recuerdo, en la despedida de los más exquisitos paladares de un recuerdo beso.
-Mi señor, visto así, hasta las trancas como los amantes de Teruel y Salamancas.
Mientras tanto, Rocinante y su compañero rucio caminaban impasibles con la tranquilidad que dan conversaciones tan relajadas. Aguantándose la risa maría luisas como el lindo perro pulgoso. Fueron adelantados por un lujoso coche, el cual en su trasero parachoques llevaba varias hileras de vacías latas. Unos recién casados con direcciones a las lunas de miel.
-Y, de hablando de roma por la puerta asoman mi señor, un par de tortolitos equipados y bien de namoraos.
-Sancho, el amor tiene muchos trajes, ese quizás sea el de los domingos pero, los verdaderos quereres se manifiestan con el traje de los lunes a viernes.
-¡Claro! Es que de entre fines y fines de semana lo de en medio como los bizcochos está lo más sabroso.
Unos pocos kilómetros más recorridos, decidieron apearse, observando como un taxi recogía a la recién casada y su novio de rodillas le suplicaba que tal acción al cabo no llevara. Sin éxito por parte del desgraciado amante, ella parte en el taxi bien segura de la decisión tomada al instante. Tales hechos no pasan desapercibidos a los intrépidos D.Quijote y Sancho Panza, acercándose al desdichado amante, preocupándose por los nuevos acontecimientos que invitan a la sorpresa.
-¡Buen joven y enamorado! ¿Qué os ha pasado que de loco enamorado, en un instante habéis pasado a enamorado desgraciado?
-Snif, snif, ¡¡¡¡¡¡buuuuaaaa!!!!!
-Mi señor, de me parece a mi que deste namorao, tomando el postre de los dulces se le haya atragantado.
De nuevo D.Quijote insiste en la pregunta.
-¡¡¡Es que solo sabéis llorar como niños!!!
-Snif, snif………todo iba también,….hasta que le he dicho, que lo he perdido todo, lo invertido todo en acciones Sofico.
-Bien, pues yo os digo, sea por el amor que, de él fluya la verdad, una que produce dolor y de la otra se libere de un lastre como al preso encadenado. Y, dad gracias a vuestra desdicha, siendo esta quien os revela la verdad de la que hubiere sido vuestra amante.
-Snif, snif, snif, ¡¡¡¡¡¡buuuaaaaa!!!!! ¡¡¡¡booouuuaaa!!!!!
-Mi señor, mucho de me temo que, a este amante su ya alejada novia de las lunas y sus días con todas sus mieles, se le adelantaron, arrancándole de su pecho con una puñalada trapera toda una repleta cartera. No quedándole ni una gota de zumo de naranja en su corazón y rompa a rabiar con los llantos.
-Sancho, el amor tiene sus reglas que no obedece al azahar ni a casa de empeños.