
Siete grados bajo cero, en los apeaderos de la sierra guadalix, allí pasaron la noche, codo con codo, como la paja apretada formando alpaca, los dientes como siempre su mejor claqué y brillo al lugar dando estribillo, mas si cabe decir, única luz chispeante que alumbra a estos caminantes, que para remedio de esos males invernales, bien les vendría dos kilos de churros calientes con chocolate, para estos caminantes sin camino definido, como el que escribe a salto de mata, siempre pensando en el mejor publico que ocupa su butaca. No muy lejos de donde pasaron la noche Quijote y Sancho, se encontraba la guarida de los grandes hermanos, gran entretenimiento de bebes mayores de 15 años, de escaso pensamiento y restante en vano. Cuando el sol tan ansiado, hacia sus primeros estiramientos y, estos dos humanos se sacudían el frío como con el agua lo hacen los perros y los gatos.
-Mi señor, esta noche jamas me la comentasteis, que los fríos en mis huesos chirrían de tos los ligamentos y, me parezco al robot Robocop en tos los movimientos por falta de aceite-,
-Sancho, si hemos pasado esta noche fría y, sobrevivido al átomo del hielo, no es por casualidad, seguro que la providencia altanera nos reserva de las mas grandes aventuras, pues de las necesidades de nuestra ayuda, el mundo se presta lleno-,
-Pero, si las pasamos peor que de málaga-malagón-,
-¿Quién va querennos de pedir ayuda, si con vernos preferirían que los pille un tren?-,
-Hombre de poca fe, ¿como vais así por la vida?-
-Poca memoria teneis mi señor, que habeis olvidao ya, la noche que hemos pasao-,
-Un rato malo lo tiene cualquiera, Sancho, pero tantas desgracias juntas son para los valientes que le advienen los mejores futuros-, -¡mirad! aprovechando que el manzanares pasa por Madrid, he pensado que estando la navidad a la vuelta de la esquina como la administración de lotería la manolita, podríamos probar suerte, comprando una participación de un generoso número que al final nos dará sus frutos-.
Tras veinte tropezones, escurridizas y demás lindeces por capricho de la escarcha del suelo, Rocinante y su sabueso compañero de iguales orejas frías, se aproximan hacia dicho barrio de dicha administración de lotería, de nuevo se huelen un día mejor que mañana y mas oscuro que la noche.
-¡Que pasa mi señor!, ¿que se vende, que se divisa tan larga cola?_,
-Mira Sancho, son personas haciendo cola, para comprar numero de lotería, que les satisfaga necesidades, por tener bolsillo estrecho-,
-Pero eso, un sastre agrandándolo le da solución-,
-Para dicho sastre, mucho me temo que con pensamiento adquirido de viejas costumbres, hasta el mismo sastre esté en paro, mas me cabe que haga cola para probar suerte y, hablando de Roma, ahí está la administración tan deseada y de próxima fortunas-.
Cuando se disponían estos dos caminantes a pedir su numero de la suerte, los mas próximo a la ventanilla, prepararon tal griterío, de sinvergüenzas para arriba, caraduras y demás tonterías para quitar el aburrimiento al mismísimo barrendero que en tiempos de escaqueo, sabe de los mejores paseos.
-¡Fantoches, hagan cola como todo dios!-
-Perdonen ustedes, accederemos a dicha cola como todo buen ciudadano-,
-Mi señor, esta cola es larga, que no se acaba-,
-Cierto es que llevamos cuatro manzanas siguiéndola y no le veo final-, -¡mirad ya se acaba!-,
-¡Pero que lenta, que apenas se mueve!-.
Después de cinco horas se prestan al final de la ventanilla, pero Don Quijote, hizo las cuentas de la lechera, Rocinante y su pollino compañero, como siempre de reata.
-Mira Sancho, sinos toca la lotería, me comprare un adosado, con jardín incluido y, pequeña huerta para mi Dulcinea, por que ella es:
Suave como las rocas,
erosionadas por las olas,
donde se asientan las Sirenas,
olas de inteligencia de los escultores,
de sensibilidad de los corazones altaneros,
de la justa medida en los bolsillos,
de la mirada inteligente sin gafas de sol.
-¿Me dais un numero de la suerte?-
-Mire usted, todos entran en el bombo y, particularmente os deseo suerte, son 20 euros caballero-,
-Perdonad mi ignorancia, grácil servidor, no llevo nada de plata, hemos recorrido un largo camino hasta llegar a esta casa de los premios que por providencia, nos anuncian las estrellas, las gracias de la suerte y, que una vez habersenos tocado el premio, con buen grado y gusto os pagaré la apuesta añadiéndole mil favores de cortesía-,
-Mire usted, aquí no fiamos-,
-¿Acaso, no doy muestras de caballero gallardo?-,
-Mas que caballero, sois un actor un poco parado, o mas bien en el paro-,
-¡Mi señor pídele un numero que toque, ya que estamos aquí en tan largo viaje!-,
-¡¡Señores, si no pagan su billete, marchense que obstaculizan al resto de las personas!!-.
Las prisas de los mandriles, a la que no estaban acostumbrados mas el tráfico aparcado en triple fila, para compra de lotería y el tiempo que Quijote estaba alargando, desesperaba a los que detrás tenía.
-¡Así, que me negáis la providencia que este menesteroso tiempo me ha asignado!-,
-No os lo niego, pagarlo como todo quisqui-.
En uno de esos descuidos, de intercambios de palabras entre el lotero y Don Quijote, separados por una blindada cristalería, con acceso de ventanilla, aquel billete que se debatía entre quedarse mas que irse depositado en el acceso, Sancho ni corto ni perezoso agarró en mano y, pidió a su señor el salir corriendo, que tiempo hay para reparar pinchazos.
-¡Corra mi señor! ¡por lo que mas quiera! ¡que mi mano ha sio premia!-,
-¡Insensato, que lo estaba convenciendo!-,
-¡Al ladrón! ¡policiaaa!-
-¡Ya los tenemos a estos hijos de la gran puta!-,
-Aaaay, cuidad vuestras lenguas,,,,,aaaaaay-,
-Mi señor, premio no se, pero la pedrada que nos están dando ya es de segura,,,,huuuuy-.
Llegados los antidisturbios, repartida un poco mas de leña, estos caminantes durmieron esta vez bajo techo, pero muy calentitos y, con estrellas aún mas de cerca.