domingo, 14 de septiembre de 2008

LA MUJER DE QUEVEDO



Francisco Gómez de Quevedo y Villegas, por todos conocido como poeta del siglo de oro y barroco.


Me imagino, bueno si hoy hemos avanzado en algo, alto precio se está pagando y si, aun se está pagando, no es raro el día que alguna mujer se va de este mundo, por que perdura la matriz hipócrita machista que a algunos le ha ayudado a mantenerse con ese arte de los brujos blancos en occidente, en oriente mas de lo mismo, hasta los grandes potentados que solo pueden vender el alma a su diablo, si disponen de una buena cocinera la utilizan para darse crédito, por que por si solos no venden una escoba.


Es lógico que nos preguntemos, que pinta Francisco Gomez de Quevedo con todo esto, y con razón añadiré, que, aun que breve fue su matrimonio, trato y respeto mas despedida con un buen adiós. De su época otros caballeros mas preocupados por el que dirán, por las reglas inquisidoras que aun perduran, penosa situación para tales féminas y si a esto le añadimos un rango menor para ellas, ¡virgencita morena!. Quevedo que siendo de familia aristócrata, le hubiera sido muy fácil una vida llevadera pero sin embargo de su inocencia al principio de su juventud, aquellas bofetadas de la vida, le sirvieron para esculpir las narices a unos escasos cerebros y toda una servidumbre que jamás vería el cielo, mas allá de un plato caliente y el correveidile de los pasillos.


Aquella mujer que tuvo el honorable trato con este hombre llamado Quevedo, en esos ratos y rincones ausentes del aire falso, desnuda con su piel y gafas de muletilla que le ayudan a caminar por todo un sendero de palabras, palabras que se hacen de sudor y lágrimas de las rejas de la vida que siempre los mas ignorantes, con ventajas de la fuerza, queman en la hoguera. Su mensaje está escrito en palabras, palabras que pedían LIBERTAD.

4 comentarios:

Martín Garrido dijo...

Quevedo era la leche motorizada, te lo digo yo que siempre lo tomo de referencia cuando quiero expresar lo que siento sin adornos aunque con la gracia suficiente para no parecer un inculto y un imbécil, un necio, un zoquete... Lo que más me gusta de Francisco, los poemas que le dedicó a Góngora... Érase una vez un hombre pegado a una nariz...

Con respecto a sus mujeres... imagino que iría de putas, total en aquella época estaba de moda.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Te leo y hoy no sé que añadir, pero te leo.

Bueno, quizás que gracias a quien sea hay más hombres respetuosos (a todos los niveles) con las mujeres que lo contrario. Y los otros, pues más que hombres son bestias y, si me preguntas a mí, no sería descabellado pedir que como a tales se les tratara.

terry dijo...

Martín, yo tambien me imagino a Quevedo con tales señoritas, que en muchas de las veces beneficiándose gratuitamente, Gongora pagaría por dos veces, por los mismos beneficios.Me alegra verte por aquí.

Oderfla, no todo es del color que ven nuestros ojos, todo depende de los kilómetros que hayamos recorrido y mantenimiento de esa nuestra esponja que absorbe con moderación. Yo tambien te leo, Saludos.

rossae dijo...

Quevedo, como artista, un genio... y como persona (como tantos otros) digno de no seguir su ejemplo... o eso creo.

Saludos

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